Este libro “es una lectura acogedora, sensible que quiere configurarse como un documento de emergencia histórica, que reúne experiencia biográfica, discusión teórica, experiencia laboral, pero por sobre todo perspectiva de futuro”.
Con estas palabras, el académico e investigador Tomás Peters se refirió al libro «Revisión a la gestión cultural latinoamericana», de los gestores culturales José Luis Mariscal Orozco y Roberto Guerra Veas, presentado por primera vez en Chile, el pasado lunes en el Centro Cultural Palacio de La Moneda.
Ante la presencia de gestores culturales, artistas, docentes y representantes de organizaciones culturales, profundizando en los contenidos del libro, destacó “el trabajo, la perseverancia que ambos han mantenido por discutir, interrogar y sobre todo por proponer una lectura crítica y política sobre una cuestión que me parece muy importante: que aquí no solo se discute la figura de la gestión cultural en Latinoamérica, sino que también la gestión cultural Latinoamericana, que son dos cosas distintas”.
Del mismo modo, destacó el aporte que hace el libro, al tratarse de lo que denominó “la sistematización de una generación inédita que, en el proceso de las democracias en Latinoamérica, logró establecer la importancia pública y académica pública de la gestión cultural”. En ese sentido, señaló que «el valor de la historia de amistad es fundamental, porque significa la experiencia y un horizonte de expectativas que se construye en común, en un habla y que se hace a través de la conversación”.
Un camino de confluencias
Por su parte, la docente y gestora cultural Fabiola Leiva señaló que “encontramos en los diálogos entre José Luis y Roberto una profunda comprensión de la gestión cultural como una disciplina y práctica profundamente política, que comprendiendo las relaciones entre cultura, política, gestión y comunidades empuja la gestión de la cultura a un sitio de no sólo del lugar para la inclusión y exclusión de expresiones, narrativas, símbolos y prácticas sociales, sino especialmente que tiene la potencialidad de transformar las relaciones sociales existentes”.
Más adelante, indicó que se trata de un camino de confluencias personales y laborales que refleja el alma del trabajo en cultura: “acá vemos reflejado un dialogo entre hombres gestores que conviven y discuten la gestión de las culturas, las artes y los patrimonios, por eso el libro tenía que ser escrito en forma de diálogo, que es el recorrido que justamente desde diversas caminatas, cafés, seminarios, etc. han tenido los colegas” y donde también, se proyectan al futuro.
La necesidad de documentar la práctica
Por su parte, el profesor José Luis Mariscal, señaló que el libro surgió por la necesidad de documentar los diversos espacios de diálogo sostenidos con el co-autor, en un formato alejado de la rigidez académica, aunque con el debido sustento teórico y metodológico. “Se trata de una conversación entre amigos que compartimos preocupaciones, experiencias, pero también una rigurosidad académica, con un respaldo documental para contrastar, y tener una mirada propia desde la gestión cultural”.
En ese sentido, añadió, “me siento muy satisfecho y contento del producto que se hizo, porque nos dio la oportunidad de ir y venir de cosas que hemos compartido. Este intercambio nos permitió ir problematizando, presentando casos y analizando problemáticas, por lo que la invitación es a leer el libro y entrarle al dialogo de lo que ahí se comparte y debate y que se pueda utilizar par afines prácticos, tanto en términos reflexivos, como también operativos”.
No hay proyecto comunitario sin comunidad
Cerrando el grupo de comentarios, Roberto Guerra señaló que “el libro es un ejercicio de memoria, en el sentido que recupera experiencias, las documenta”, recordando que inició en Nicaragua, para continuar después en Cali, Mar del Plata, La Paz, Santiago, Valparaíso y México, por lo que se trata de un libro “con mucho quilometraje, y trayectorias comunes y de cada quien, que respecto de estas temáticas nos propusimos analizar, problematizar para tratar de ir develando qué es lo que había allí, en temas como políticas culturales, la gestión cultural, el trabajo con grupos y comunidades y la participación”, entre otros temas.
En ese sentido, manifestó la necesidad de problematizar los acercamientos a las comunidades y visibilizar lo que denominó “simulacros de participación, o hablar de la comunidad sin la comunidad”, lo que devienen un marco ético-político, por lo que la gestión cultural, agregó, no es un ejercicio aséptico. De este modo, indicó, no es posible hablar de proyecto cultural comunitario sin comunidad, así como de participación, sin participación efectiva.
La actividad culminó con el tradicional vino de honor y la conversación entre los autores y los participantes.
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