Pese a sus 25 años en la capital, la señora Clara no ha perdido el dulce tono al conversar, de su natal Rari. A un par de pasos de la calle, y como siempre en su improvisado puesto detrás de la Catedral de Santiago, las figuritas de crin adornan con su delicada gracia la acera, mientras la señora Clara, en silencio entrelaza las hebras, y da vida a uno de sus tantos personajes. Copihues, mariposas, ranas, libélulas, y simpáticos ratoncitos, forman su pequeño y colorido mundo de crin, que con magia envidiable, se las arregla para hacerse notar en medio del ajetreo santiaguino.
Con la amabilidad que la caracteriza, cuenta que cuando Chile recién comenzaba a dar sus pasos como nación independiente, “las señoras” -como las llama- confeccionaban las primeras figuras con raíces de sauce. Más adelante, incorporan el crin de caballo, y el teñido natural de las hebras, dando vida a lo que hoy conocemos como Artesanía de “Crin de Rari”, pueblo ubicado en la comuna de Colbún, región del Maule.
Observándola trabajar, resulta inevitable no recordar la “Señorita aseñorada” el querido personaje de la serie Tikitiklip, que se trenza cual si misma, en una emotiva historia de amor con el simpático caminante.
A unos cuantos metros, la pequeña Lima bulle de actividad. Con sus mazamorras, papas rellenas y chicha morada, los ciudadanos peruanos se las arreglan para ganarse la vida y de paso, mantener vivas sus tradiciones y cultura. Del otro lado, la señora Clara en silencio prosigue su trabajo, consciente de su importante tarea. Si la ve, no dude en saludarla, y no olvide llevarse algo con usted. Quizás mañana, el Crin de Rari, solo sea un bello recuerdo. De nosotros depende. ●
Del libro «Gestión y autogestión en la cultura y otros escritos», Egac 2016.
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